POEMA A PIURA


¡A ti mi PIURA querida!

Hoy salí a caminar por tus calles, comiendo un poco de tierra,
esa que te invade no por haber sido un desierto, gua,
sino por causa de las pistas no arregladas
y del río bandido que se salió a causa de tanta agua.

                    Ya se acerca tu 485 aniversario,
                    quién diría que a medida que pasaba el tiempo,
                    más me iba a identificar contigo,
                    pues lo que siempre nos trataban de inculcar de churres,
                    es que te vayas pa’ donde está el gringo.
   Recuerdo que de churre siempre iba pa’ visitar a la Pola,
   allá en la Plaza de Armas, con mis hermanos y mi mamá,
   a disfrutar y reírnos a carcajadas.

   Nostalgia siempre me da, ver la foto que yo tengo,
   sentada sobre el puente Sánchez Cerro,
   aguaitando sabe Dios,
   lo que el río traería en sus adentros.

   Siempre que recorro tus calles, miro las casonas,
   esas que ahora ya se están destruyendo,
   y me pregunto, cuánto daño te hemos hecho.

  Cómo poder ser ingrata,
                  si siempre me has dado alegrías y deliciosas comidas.
¡Y quien diga que Piura no la tiene, es una gran mentira!

                     ¿Acaso, vas a negar que la malarrabia, el cabrito con tamales, el seco de chavelo, son deliciosos?
Si soy capaz de comer, sin importar tener una pancita de oso.

Cómo olvidar, al chino del raspadillero de la San Teodoro,
que de pequeña me atendía y
con una sonrisa me entregaba un refresco o raspadilla,
 de esas que yo adoro.

Debo reconocer, que a veces se me sale la mangachería,
         y es que ¡cómo no recordar!,
el barrio que durante mi niñez me dio muchas alegrías.

Puedo mencionar a varios personajes que de niña conocí,
como Don Joaquín Córdova,
quien en su botica siempre nos recibía,
preparándonos una solución
para los salpullidos que de churres nos invadía.

Y qué decir de Rosa Elvira Castro de Quiróz,
cuyos poemas de niña me aprendía,
y podría recitarte alguna,
si es que no me falla, esta memoria mía!

También recuerdo, aunque ya un poco más crecida,
a este señor, conocido como el loco pelao,
quien con el movimiento de su mano
parecía que te iba a dejar morao.

Ay mi Piura querida,
voy recordando un poco de mi vida,
y recorren, puras lágrimas por mis mejillas.

Y es que ¡cómo no quererte!,
si has demostrado que eres firme y fuerte,
y eso se refleja en el algarrobo imponente.

Me has demostrado, que en los momentos más difíciles;
entre hermanos nos damos la mano,
sino, míranos cómo, cuando nos visitó el niño costero,
todos mis paisanos, hasta los que estaban en el extranjero,
pusieron un granito de arena,
y eso, sólo lo puede hacer un PIURANO!

Hoy yo te celebro,
¡y qué mejor, que al ritmo de un buen Tondero!
Levantando mi poto de chicha e inclinando bien mi brazo,
pa’ que vaya bien adentro.

Salud mi Piura querida,
gracias por todas las cosas vividas,
me doy cuenta que mucho, a ti, ¡yo te debo!.






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